Hay diferencias notables entre la mentalidad de un empleado como Juan y la de un emprendedor como Pedro.
- Juan trata de cumplir con su trabajo de forma eficiente. Pedro impulsa su proyecto y lucha para que salga adelante.
- Juan espera acabar su jornada laboral para empezar su vida personal. Pedro no tiene jornada laboral y vive su proyecto permanentemente.
- Juan trabaja para que otro consiga sus sueños. Pedro crea para alcanzar los suyos.
- Juan trabaja por dedicación. Pedro lo hace por pasión.
- Juan debe satisfacer a su jefe. Pedro ha de satisfacer a sus clientes.
- Juan tiene tareas conocidas y generalmente repetitivas. Pedro aborda retos nuevos cada día.
- Juan prefiere estar en su zona de confort. Pedro no tiene zonas de ese tipo.
- Las tareas a Juan vienen definidas por otros. Las tareas de Pedro las define el mismo.
- Juan pretende mejorar sus habilidades. Pedro pretende diversificar sus conocimientos.
- El entorno de Juan le obliga a concentrarse en su trabajo. El entorno de Pedro le lleva a diversificar el suyo.
- El hábitat de Juan es conocido. El de Pedro es la incertidumbre.
- Juan puede cambiar de empleo si encuentra otro mejor. Pedro siempre es el último en abandonar su proyecto.
- Juan trabaja en un ambiente emocional estable. Pedro vive en una montaña rusa anímica.
- Juan no puede cometer errores en sus tareas. Pedro se equivoca porque arriesga constantemente.
- Juan tiene normalmente continuidad respecto a su trabajo y su salario. Pedro no sabe si al mes siguiente tendrá trabajo y salario.
- Juan desea un buen empleo. Pedro puede crearlo.
Nuestras universidades ya forman juanes eficientes y preparados,
pero el paro y el subempleo nos muestran que no se crean suficientes buenos
empleos para ellos, por eso como sociedad necesitamos muchos más pedros.