lunes, 15 de junio de 2020

El emprendedor representaría un ejemplo del superhombre por el que clamaba Nietzsche


El desarrollo de un proyecto emprendedor es, como en las tragedias griegas, un proceso que en muchos casos conduce a la muerte.
En su obra El origen de la tragedia, Nietzsche habla del equilibrio que en la antigua Grecia se alcanza entre lo apolíneo y lo dionisíaco en las tragedias griegas.
Lo apolíneo representa la visión racional e ideal de la vida al que Nietzsche culpaba de la decadencia del hombre moderno. El arte apolíneo representa la belleza en la arquitectura o la escultura ateniense, un arte estático y contemplativo. Lo dionisíaco, sin embargo, lleva al hombre a salir del dominio de la razón para sumirse en la pasión desenfrenada. El arte dionisíaco es dinámico, sensual y orgiástico y está representado por la música y el baile.
En la tragedia griega se mezcla la cultura apolínea ateniense con las influencias jónicas de lo dionisíaco dando como resultado un equilibrio que suele acabar mal para el protagonista, como en la Antígona de Sófocles o en el Orestes de Eurípides.
Volviendo a nuestro mundo, podríamos contemplar la posición del hombre actual con una vida rutinaria como lo apolíneo, donde un ejemplo del mismo podría ser el de un empleado estable con tareas repetitivas que lleva una vida de actividades monótonas.
Lo dionisíaco radical podría ser representado por aquel que quiere romper con todas las normas sociales y se arroja en un mundo de orgías o de drogas.
El emprendedor no es un apolíneo que se instaura en la rutina diaria, ni tampoco un dionisíaco que se vuelca en la enajenación permanente de la realidad. El emprendedor es como el protagonista de la tragedia griega, una combinación de apolíneo y dionisíaco que muchas veces acaba en fracaso. Para superar al decadente hombre occidental, el emprendedor representaría un ejemplo del superhombre por el que clamaba Nietzsche.