La Oficina Estadística de la Unión Europea, Eurostat, publica
periódicamente informes sobre la innovación en los países
y las
regiones de la Unión y también informes sobre su competitividad.
Respecto a la innovación, España se encuentra en un frustrante tercer
nivel de los cuatro en que la Unión cataloga a los países (Portugal, nuestro
vecino, “el pobre”, está en el segundo nivel como Francia o Alemania) y en
cuanto a las regiones, ninguna ya se encuentra en el segundo nivel, en la
versión anterior solamente Euskadi lo estaba, ahora ni eso.
En el último informe de Eurostat sobre competitividad
regional el panorama, como era de esperar por la estrecha relación de la
competitividad y la innovación, la situación y la evolución de España queda retratada
como una sociedad atrasada donde solamente las comunidades de Euskadi y Madrid
se encuentran ligeramente por encima de la media europea. Un proceso que ha llevado a
regiones como Cataluña, que en su día fue un referente competitivo, a perder posiciones
de forma constante y a presentar a Extremadura como una región muy atrasada.
Una consecuencia reciente de esta situación ha sido la petición de
limosna por el Covid-19 que hemos tenido que hacer a esa Europa del Norte que quizás
lo mejor que podría hacer es controlar como gastamos su dinero y gestionamos
nuestros comportamientos ya que nosotros no sabemos hacerlo.
¡¡Hay que innovar!! claman permanentemente los apóstoles de la
innovación en este país de sordos donde su voz cae en terreno estéril. La
innovación ha de llegar de la mano de unas empresas que no la practican y por
eso nuestro proceso es la decadencia. Pero, si nuestras empresas no innovan, ¿cómo
podemos resolver el problema de nuestra falta de competitividad?
Yo también he sido un apóstol de la innovación, sin embargo, hace
tiempo que llegué a la conclusión de que el problema no tiene una solución. Es
como el Barça y su desastre ayer en Lisboa ante el Bayer por 8-2. El club
necesita una renovación radical, desde la plantilla hasta la directiva. Eso
mismo es lo que pasa con nuestro país.
¡Hay que innovar radicalmente en el proceso de innovación! El
problema es cultural y no se resolverá si no realiza una renovación radical. Si,
como yo entiendo, los únicos que innovan radicalmente son los emprendedores.
Necesitamos urgentemente empezar a potenciar la natalidad de forma masiva de nuevas
startups.
Las startups pueden nacer por generación espontánea como las setas
o cultivarlas como el champiñón. Es necesario que los jóvenes tengan como
primera opción la creación de sus startups. Por eso es necesario fomentarlo
desde los centros educativos como las universidades.
Sin embargo, esto se tiene que hacer creando estructuras
independientes de la “plantilla” o de la “directiva” introduciendo caballos de
Troya en las estructuras funcionariales que son todo lo contrario de la
innovación necesaria.
Un instrumento para llevarlo a cabo sería disponer de un
laboratorio para probar proyectos emprendedores y que muchos de ellos se
conviertan en realidad. Un elemento de esa necesaria solución es EKITER, un laboratorio
de proyectos emprendedores.