Una de las tareas de los directivos de una empresa consiste en desarrollar,
cada tres o cuatro años, un plan estratégico donde se describen los detalles de
lo que hará la empresa en ese periodo y que resultados tiene que conseguir. Los
contenidos de ese plan estratégico se basan en la experiencia del negocio en el
periodo anterior.
Durante el siglo XX para crear una empresa se empezaba por
escribir un plan estratégico de lo que haría la empresa que se tenía que crear,
de la misma forma que se hacía para una empresa consolidada. Ese extenso
documento que con todo lujo de detalles describía el futuro de la empresa que
se iba a crear era el Plan de Negocio también conocido como Business Plan o
Plan de Empresa.
Así pues, el Business Plan no es más que el plan estratégico de
una empresa “no nata” y por tanto sin experiencia previa. Esto hace que la
redacción del documento en cuestión se convierta en una construcción sin
cimientos, es decir, un ejercicio de ficción. Este trabajo de elucubración ha
sido el procedimiento estándar para crear empresas que, inexplicablemente, se
ha ejecutado durante décadas.
Dadas las graves consecuencias de crear empresas con una guía
detallada de un camino inexistente, en la primera década de este siglo, Steve
Blank y otros seguidores suyos como Eric Ries o Alex Osterwalder, se dieron
cuenta de la incongruencia del procedimiento y desarrollaron una nueva
metodología conocida como Lean Startup para ponerle remedio. Lean Startup propone
que el proceso de crear una nueva empresa es iterativo y experimental en un
mecanismo de prueba-error que ha cambiado radicalmente la forma en que se
lanzan nuevos proyectos emprendedores.
La pregunta ahora es: ¿Qué ha pasado con el Plan de Negocio?
El Plan de Negocio se ha convertido en el primer plan estratégico de
una startup pero con menos detalles y basado en una experiencia, aunque corta,
de los primeros pasos del proyecto emprendedor y en un modelo de negocio validado.
Aquel plan estratégico que no era más que una obra de literatura
fantástica llamado Plan de Negocio y que se presentaba como hoja de ruta imaginaria
de un proyecto emprendedor, hoy no tiene el menor sentido sino es que lo pide algún
inversor de la vieja escuela. Todo cambia y el Business Plan ya no es el
Business Plan.