martes, 30 de junio de 2015

La startup como experimento emprendedor

No hay un acuerdo unánime sobre que es una startup, ni tan siquiera sobre su grafía (startup o start-up, yo escribo startup). Sin embargo, todo el mundo asocia el concepto a emprendimiento, gente joven, ideas innovadoras, riesgo, nuevas tecnologías. 
La definición tradicional de startup, es la de una empresa emergente, innovadora, de crecimiento rápido y apoyada en la tecnología. Sin embargo, no se sabe muy bien cuando una startup deja de serlo y se convierte en una empresa. ¿Quizás cuando ha superado el valle de la muerte y su cash-flow es positivo?. 
Recientemente, lo que yo llamo la Escuela de Stanford, liderada por Steve Blank, ha dicho que no, que una startup no es todavía una empresa. Una startup es un grupo de personas (los emprendedores) que intentan encontrar un modelo de negocio (si es posible escalable) en condiciones de gran incertidumbre (de ahí sus altos índices de fracaso) con el objetivo de convertirse en una empresa.
Lo más importante no es si la empresa ha de estar creada oficialmente o no, sino que el objetivo principal es diferente. Una startup no es una empresa en pequeño, una startup es un experimento de prueba-error-aprendizaje-repetición y como todo experimento, temporal. Por eso, como el objetivo es llegar a ser una empresa, una startup es una proto-empresa, de la misma forma que un emprendedor es, casi siempre, un proto-empresario. Digo casi siempre, porque hay emprendedores que lo son en serie, de forma que cuando la startup se convierte en empresa, la deja en otras manos, vende o no su participación y vuelve a empezar a crear otra. Son los aventureros del emprendimiento. 
La diferencia de una startup y una empresa es que la primera busca un modelo de negocio hasta validarlo con los primeros clientes a quien facturar. Esta es la única forma de saber que el modelo de negocio del producto o servicio que se está creando, tiene una propuesta de valor para alguien que es capaz de pagar por ello, es decir, el cliente. Sin embargo, una empresa lo que hace es explotar ese modelo de negocio siguiendo y ejecutando un plan estratégico. 
Una de las diferencias entre startup y empresa es el tipo de documento que describe el negocio. En el caso de la startup tradicional, el documento base para describir el negocio y su ejecución es el Business Plan o Plan de Negocio. Se trata de un plan estratégico para los siguientes años (habitualmente tres). Un escrito de 30 o 40 páginas que detalla cómo ejecutar el proyecto y que después de varios meses de elaboración, lo más probable es que no pueda resistir el primer contacto con los posibles clientes. 

En el caso del concepto actual de startup, el documento es mínimo y fácilmente modificable. Es el conocido lienzo o canvas del que hay diferentes patrones (Business Model Canvas, Lean Canvas o Full Canvas). En él se anotan, cada pocos días, los cambios que va sufriendo la startup como experimento emprendedor.

lunes, 15 de junio de 2015

Determinación y sentido común

En cada libro de emprendimiento, en cada artículo, en cada presentación de un experto, el emprendedor aparece como un Superman que ha de reunir todas las virtudes del género humano y ninguno de sus defectos. Según esto, el emprendedor ha de ser visionario, apasionado, creativo, líder, responsable, resiliente, tolerante al riesgo, optimista, buen comunicador, generoso, y un largo etcétera inacabable, donde en muchos de los casos el referente es Steve Jobs, quien también tenía su lista, a pesar de no ser precisamente un modelo, sobre todo en cuanto a sus relaciones personales con socios y empleados.
Existen otras listas en que aparecen recomendaciones para los emprendedores, como por ejemplo, los errores que no se han de cometer. Estos consejos son fruto de los conocimientos y vivencias de emprendedores expertos y por tanto se pueden tener en cuenta si se adaptan al caso concreto que está viviendo el emprendedor. En estas listas aparecen normalmente los errores frecuentes que los autores aconsejan evitar: Pensar que su idea es la más innovadora, no escoger con cuidado los socios cofundadores, no saber atraer talento a su proyecto, pensar que su producto se venderá solo, no priorizar a los clientes y sus problemas, no planificar bien las ventas ni los recursos necesarios, etcétera.

Los emprendedores no necesitan ser seres de otros planetas dotados de superpoderes. Un emprendedor ha de hacer que las cosas sucedan y si para ello me tuviese que quedar con una virtud y una recomendación general, estas serían determinación y sentido común.

domingo, 31 de mayo de 2015

Sobran ideas y falta determinación para ponerlas en marcha

Las oportunidades en emprendimiento aparecen a partir de tres tipos de cambios que generan nuevas necesidades: sociales (por ejemplo, el envejecimiento de la sociedad), legales (por ejemplo, nuevas leyes, normativas o licitaciones que aparecen en los diarios oficiales) y tecnológicos (por ejemplo, avances científicos o tecnológicos que pueden dar lugar a nuevos productos o procesos).
El emprendedor es una persona que tiene dos rasgos típicos para crear un negocio: a) Darse cuenta de la existencia de una ocasión (tener la idea de negocio) a partir de los tipos de  oportunidades mencionados y b) Ponerse en marcha con determinación para llevarla a cabo.
Las ideas de negocio surgen a partir de las oportunidades existentes, pero se concretan esencialmente desde el entorno en que se mueve el emprendedor. Por ejemplo, ideas nacidas de su experiencia laboral (la fuente más frecuente), para mejorar procesos o productos.
En otros casos, el origen es la observación de otros negocios o entornos y la idea es como adaptarlos. Esto ocurre, por ejemplo, al realizar viajes y darse cuenta de soluciones a problemas que pueden ser trasladadas al contexto propio. Otra fuente son las aficiones personales, que pueden hacer emerger con fuerza ideas de mejora de una actividad que nos entusiasma.
Las ideas por si solas no valen nada, nadie invierte en una idea de negocio si no existe una clara voluntad por parte del emprendedor de llevarla adelante. Sin embargo, la idea inicial debe madurarse y esto significa comentarla, preguntar a propios e incluso extraños su opinión y pedir sus comentarios. No hay que tener miedo a que nos la copien. Desengañémonos, la gran idea que queremos guardar para nosotros mismos, sea cual sea, ya la ha tenido otra mucha gente. Lo que no ha tenido esa gente es la voluntad y la determinación de llevarla a cabo.
El instante de ignición creativa es un momento, es una chispa, pero luego es necesario un proceso de maduración y mejora permanente. Dios creo en un momento al hombre, sin embargo, la humanidad lleva una enorme cantidad de siglos en un proceso de maduración del que todavía no ha conseguido tener una “idea de negocio” satisfactoria.

Algunos cursos de emprendimiento se enfocan a la creatividad de ideas de negocio con diferentes tipos de técnicas, como el refinamiento sucesivo a partir de tormentas de ideas. Sin embargo, desde mi experiencia, no es necesario formar a la gente para concebir ideas de negocio, los emprendedores son normalmente generadores compulsivos de ellas. En general sobran ideas y falta determinación para ponerlas en marcha.

viernes, 15 de mayo de 2015

Material fungible y material inventariable

Estamos en un país cuyo tejido empresarial es poco innovador, cosa que en este blog ya se ha dicho varias veces. En un mundo globalizado, esta situación conduce a tener que competir en precio y no en valor añadido. Como consecuencia, los salarios son y serán bajos y el bienestar social se resentirá. No hay soluciones milagrosas, pero está claro de que es necesaria una respuesta que implica un cambio de muchos aspectos de la cultura de la sociedad y de su organización, entre otros aspectos, los que afectan al modelo productivo.
La innovación y el emprendimiento son piezas clave para que los países sean competitivos. Sin embargo, las administraciones y otras instituciones públicas tienen un ADN muy alejado de esta filosofía tanto en la toma de decisiones como en el funcionamiento de sus propias estructuras. Normalmente culpamos a los políticos de esta situación, que también lo son, sin embargo, hay otro colectivo más callado, pero que es la base de que las organizaciones públicas sean muy conservadoras, poco innovadoras y donde el intra-emprendimiento es prácticamente inviable: los funcionarios.
Los funcionarios y en particular a los altos funcionarios son una clase privilegiada en un mundo donde la inestabilidad laboral es cada día más habitual. Todo el mundo quiere ser funcionario (yo lo he sido durante 35 años) y debería poder ser así, pero la dinámica de competitividad de los países hace que esto, hoy día, sea un privilegio de clase. De casta que diría Pablo Iglesias desde Podemos. Los puestos vitalicios están desapareciendo y no es justo que una parte de la ciudadanía tenga unos derechos que a partir de unas oposiciones puedan disfrutar de por vida el sueño del puesto vitalicio.
Hasta a los políticos se les elige cada cuatro años. Sin embargo, a los funcionarios se les escoge de por vida y en la gran mayoría de los casos la valoración del rendimiento de los mismos es algo que solamente aparece en los discursos i no hay repercusiones reales en su seguridad, ni prácticamente en su salario.
A parte de una injusticia comparativa respecto a otros empleados, este estatus desincentiva a otras personas a asumir riesgos, como asumen los emprendedores. Para ser funcionario, se debería exigir un tiempo de experiencia laboral (10 años), y un límite de permanencia a los nuevos funcionarios (por ejemplo otros diez años). La Administración cambiaría radicalmente y la sociedad también, ya que estos tendrían que prepararse para un futuro tan incierto como para el resto de los mortales. Las administraciones y sus trabajadores públicos, tendrían sangre nueva permanentemente, que mirarían con otros ojos como estaría la sociedad en la que se encontrarán cuando vuelvan al mundo real.

Los emprendedores son los que más alto grado de riesgo de temporalidad tienen, aunque esta también afecta a los trabajadores y hasta a los políticos. ¿Por qué no la de los funcionarios? Es como si hubiese dos clases de trabajadores cuyo estatus serían el de material fungible y material inventariable.

jueves, 30 de abril de 2015

No es un problema de políticos perversos, sino de ciudadanos irresponsables

En este blog no suelo hablar de temas políticos, pero últimamente me tienta a hacerlo la situación del país.
En las elecciones generales de hace tres años, el Partido Popular estaba inmerso en un caso de corrupción generalizada, como era el caso Gürtel, que afectaba a buena parte de sus dirigentes. Sin embargo, los ciudadanos le dieron la mayoría absoluta.
En las recientes elecciones andaluzas, el partido socialista estaba sumido en un proceso de corrupción que afectaba a los más altos responsables de su etapa de gobierno anterior. Sin embargo, los ciudadanos le han dado la mayoría.
¿Cuál ha sido el mensaje de la sociedad a los partidos políticos?: Sigan ustedes por esa línea que nosotros les seguiremos votando!!.
Como en este país se ha de buscar algún responsable que no seamos nosotros mismos, es  lo que hemos hecho. Y no es esto, no es esto, como decía Ortega. No se trata de que la justicia actúe, que también. No se trata de que las instituciones sean inclusivas, como dicen Acemoglu y Robinson, para que las naciones no fracasen, que también. Se trata de entender que en una democracia, aunque sea de mala calidad, como es la nuestra, los responsables de su salud somos los ciudadanos.
No es concebible que en las dos situaciones anteriormente citadas, los dos partidos implicados no fuesen duramente castigados con una representación parlamentaria más allá de la residual. Sin embargo,  y lo que es más grave, en las encuestas aparecen todavía en lugares relevantes.
Parece que, menos mal, las cosas, aunque tímidamente, están empezando a cambiar y nuevos partidos aparecen en el panorama político con posibilidades de plantar batalla en las próximas confrontaciones electorales, con mensajes más claros frente a la corrupción. Los votantes hemos de valorar mucho más nuestro voto y castigar de manera contundente a los partidos para que cambien su forma de actuar. Porque los partidos son necesarios en una democracia y el PP y el PSOE deben recibir de los votantes un mensaje diferente y claro para facilitar la necesaria catarsis interna.

Tengo la convicción de que el correctivo no se aplicará en las próximas elecciones del mes de mayo. Sin embargo, creo que deberíamos tener claro que la solución está en nuestras manos, que no es un problema de políticos perversos, sino de ciudadanos irresponsables.