sábado, 31 de marzo de 2018

El Business Plan no es inútil, pero se ha de hacer a su tiempo


Empezar un proyecto emprendedor redactando un Plan de Negocio es como hacer augurios sobre el futuro como si fuese un relato determinista, tal como harían Marx o Engels respecto al futuro de la Historia, pero como decía Niels Bohr “Hacer predicciones es muy complicado, especialmente si son sobre el futuro”. A veces incluso, añado, es complicado hacer “previsiones” sobre el pasado. Pregúntese sino a los historiadores.
Un proyecto emprendedor no es algo teórico, sino empírico y para poder saber lo que puede pasar con él en el futuro tenemos que hacer experimentos como se hace en un laboratorio, formulando hipótesis y diseñando cuidadosamente los ensayos. En este caso el laboratorio está en el exterior y nuestros experimentos se hacen con potenciales clientes. Si las pruebas están bien diseñadas, sus respuestas nos ratificarán o refutarán nuestras hipótesis y en este último caso hemos de proponer otras, solamente los experimentos serán inútiles si están mal diseñados. El proceso emprendedor no se puede empezar con una propuesta detallada y rígida desde el principio como un Business Plan, sino que la propuesta se debe encontrar a través de un proceso iterativo y flexible, es decir, a través del diseño de un Modelo de Negocio. Generarlo significa hace un proceso de descripción y cambios ágiles y rápidos hasta llegar a aceptar un conjunto de hipótesis que nos permitan dar por válido el Modelo de Negocio. En caso contrario, si tras iterar y pivotar suficientes veces, llegamos a la conclusión de que no es posible validar el Modelo de Negocio, abandonar el proyecto.
Si finalmente llegamos a validar un Modelo de Negocio, se constituye la empresa y estamos en el proceso de su consolidación, esto significa que ya tenemos una determinada historia, es hora de ejecutar el Modelo de Negocio validado. Pero para ejecutarlo necesitamos detallar la hoja de ruta y este rol lo hace un Business Plan un poco diferente porque los pasos iniciales ya han sido dados. Por tanto, el Business Plan no es inútil, pero debe hacerse a su tiempo

jueves, 15 de marzo de 2018

La Sociedad del Emprendimiento como solución


En una situación de competencia global como la que vivimos la respuesta de una sociedad solamente puede ser o abrirse a competir o cerrarse a subsistir.
Cerrarse puede significar o bien una respuesta conservadora de mantenimiento del estatus quo que salvaguarda los privilegios de las castas extractivas del poder mientras el resto de la sociedad se hunde irremisiblemente o una respuesta pseudorevolucionaria que lleve a esa sociedad a una situación de clausura no solo de las fronteras sino de las mentalidades. Si un país pretende mantenerse en su zona de confort actual como contestación a la globalización, su futuro estará seriamente comprometido porque su libertad dependerá de otros y el bienestar de sus ciudadanos se convertirá en una quimera.
Abrirse, por el contrario, significa aceptar el reto de la globalización y competir en los mercados internacionales con respuestas basadas en la innovación. Para eso ha de ser una sociedad que se arriesgue, que luche, con unos ciudadanos que asuman el reto de vivir en una sociedad abierta y liberal en el sentido popperiano para responder al exterior al mismo tiempo con una respuesta solidaria hacia el interior para mantener un estado de bienestar. 
Si queremos responder al reto del mundo actual necesitamos eliminar el estado burocratizado e ineficaz que limita innecesariamente la iniciativa privada manteniendo el capitalismo extractivo del BOE. En España se ha de potenciar la creación de nuevas empresas con acciones de sensibilización social y con la eliminación de barreras fiscales, legales y burocráticas innecesarias.
Las empresas nuevas son las que crean puestos de trabajo y de perfiles cualificados que mejorarán los salarios de aquellos que en la actualidad trabajan subempleados (España es el país con la tasa de subempleo mayor de Europa) en empresas de bajo valor añadido.
El emprendimiento es quien mejor representa la idea de ese cambio necesario basado en la búsqueda de la solución a través de la prueba-error y de la tolerancia al fracaso, y es el emprendedor quien encarna esa idea de libertad, creatividad, entusiasmo por lo que hace, aceptación del riesgo, pasión por su autonomía, que contrasta con quien acepta su situación como algo proveniente de fuera que ha de aceptar  y no lucha por cambiar. Como he mantenido repetidamente es necesario impulsar urgentemente la Sociedad del Emprendimiento como solución.



miércoles, 28 de febrero de 2018

Lean Art


Un emprendedor es un creador que tiene una idea de negocio e intenta convertirla en un proyecto empresarial. Si no se cumplen estas dos premisas, no hay emprendedor.
Durante mucho tiempo, el primer paso del emprendedor cuando quería impulsar una Idea de Negocio era escribir durante meses y en su soledad creativa, un Business Plan, una obra de narrativa que en esa primera fase del proyecto pretendía predecir el futuro de su proyecto. Este ejercicio de ficción del potencial emprendedor significaba exprimir su imaginación para relatar sus sueños en un documento.
También los escritores, compositores o pintores como creativos, casi siempre hacen lo mismo que hacían los emprendedores hace unas décadas, creando sus obras artísticas en la soledad de su imaginación como si fuese su “Plan de Negocio”. Son “startups” que muchas veces no ven la luz del público y acaban (o empiezan) en el olvido.
Hoy en día el proceso de creación de un proyecto emprendedor ha cambiado radicalmente. Los emprendedores hacen un esquema de su Idea de Negocio que valoran con los más próximos y si finalmente deciden seguir adelante diseñan un Modelo de Negocio que contrastan con los potenciales clientes y lo modifican hasta validarlo en un proceso ágil usando la metodología Lean. Solo entonces y no antes pueden empezar a escribir su Plan de Negocio, si es que finalmente lo necesitan.
Quizás los artistas, como actualmente hacen los emprendedores, deberían empezar por diseñar un “Modelo de Negocio” de su obra y validarlo siguiendo la metodología Lean, contrastando con los lectores-melómanos-visitantes de exposiciones si su obra tendrá buena acogida antes de desarrollarla completamente. Todo ello en un proceso de creación que podríamos bautizar como Lean Art.

jueves, 15 de febrero de 2018

Dos tipos de emprendedores

Los artistas y creadores, normalmente, se entregan a la creación y dejan la explotación de sus obras en manos de otros tales como editoriales, discográficas o galerías. Sin embargo, hay artistas que hacen diferentes funciones y además de crear la obra de arte también la explotan como pasa con un escritor-editor, un compositor-interprete o un pintor-marchante.
 De la misma forma, podemos considerar que hay dos tipos de emprendedores, el creador propiamente dicho, conocido como emprendedor en serie, que una vez creada la empresa deja su ejecución en manos de otros para lanzar otra nueva y el proto-empresario que impulsa el proyecto emprendedor y lidera la empresa resultante.
Hay una diferencia importante entre el artista creador clásico y el emprendedor, por ejemplo, mientras que de un novelista se supone que una vez escrita una obra la entregue a un editor para que la comercialice, del emprendedor se presume que ha de explotar su propia empresa. La diferencia es que un artista puede adquirir prestigio y dinero con solo su labor creativa, sin embargo el emprendedor no adquiere fama y fortuna sino hace también de gestor de su propia obra. Todos los emprendedores de éxito conocidos pertenecen al segundo grupo.
Los emprendedores en serie frecuentemente aportan valor a través de la venta de su startup a otras grandes empresas en un proceso de innovación abierta que les proporcionan a estas, crecimiento inorgánico. Los casos más conocidos son las de los grandes gigantes norteamericanos que compran decenas de startups cada año. Entre las ventas más conocidas podemos mencionar, por ejemplo, Picasa o Nest Labs compradas por Google, Skype o Linkedin compradas por Microsoft, WhatsApp o Instagram compradas por Facebook y Siri o Shazam compradas por Apple.

Sea de forma directa o de forma indirecta, el emprendimiento siempre contribuye con propuestas de valor para la sociedad a través de cualquiera de los dos tipos de emprendedores.

miércoles, 31 de enero de 2018

Crear una startup es vivir un MBA en carne propia

Durante mucho tiempo la puesta en marcha de un proyecto empresarial se identificó con la gestión de una empresa consolidada, como si fuese una versión en pequeño de esta última. Por eso, la formación considerada ideal para lanzar un proyecto empresarial era la de un directivo, por ejemplo, la de un MBA de una escuela de negocios.

Esta creencia ha constituido un error durante mucho tiempo, identificando al emprendedor con el empresario, de la misma forma que los economistas clásicos como Smith, Ricardo o el propio Marx, identificaban al empresario con el capitalista.
 Desterrar el error ha costado mucho tiempo y fue en la primera década de este mismo siglo cuando Steve Blank planteó la diferencia entre impulsar un proyecto emprendedor y gestionar una empresa. En el primer caso se trata de buscar un Modelo de Negocio que funcione y en el segundo ejecutar un Plan de Empresa.

Las consecuencias de este cambio de paradigma han sido importantes. El proyecto emprendedor ya no se identifica con una mini-empresa sino con una proto-empresa a la que se denomina startup. De la misma forma, un emprendedor ya no es un mini-empresario sino que en muchos casos es un proto-empresario.

Sin embargo, hay emprendedores que no quieren ser empresarios y gestionar la empresa una vez creada, sino que ceden la gestión o venden su participación en ella, para empezar una nueva aventura emprendedora. Se trata de los emprendedores puros, los que se conocen como emprendedores en serie. Su perfil se identifica más con un creador que con un gestor, de la misma forma que un escritor no tiene el mismo perfil de un editor o un pintor el de un marchante. Esta es la razón por la que la formación de un emprendedor es totalmente distinta de la de un directivo, y quizás por eso, las escuelas de negocio clásicas que tienen prestigio formando ejecutivos, no tienen un gran éxito formando emprendedores.

Dado que en un principio una startup no requiere aspectos complejos de gestión, la falta de esta formación inicial no es clave para lograr el éxito. En realidad, gestionar una startup en sus inicios requiere solamente una serie de reglas básicas y un conjunto de técnicas no complejas. Por eso, al principio, una gran parte de startups de éxito nacen en entornos tecnológicos, donde lo importante es la propuesta de valor para los clientes y no los conocimientos de gestión del equipo de fundadores. Si finalmente la startup se convierte en una empresa y los emprendedores en empresarios, la formación en gestión ya la habrán ido adquiriendo por el camino sin tener que ir a ninguna escuela de negocios para estudiar el método del caso, de unos casos pretéritos, externos y ajenos. En cambio, crear una startup es vivir un MBA en carne propia.